PREFACIO


Los titulares de los periódicos mientes, pero el título de esta novela no miente, lo digo yo, que la he escrito. No es una novela mala porque yo sea un escritor malo, es una novela mala a propósito. Digamos que es el resultado de un juego, de un juego sucio. Está echa para gente como ustedes, para gente que no sabe leer, que leen cosas malas para pasar el rato, para entretenerse porque no saben pasar un buen rato entreteniéndose con algo bueno.
En ella he puesto todo mi talento, toda mi experiencia al servicio de la mediocridad. Ni siquiera lo hago por dinero, el dinero se lo tiro a los cerdos, el dinero que recibiré por esta novela se lo tiro a los cerdos. Lo repito enrabiado. Esta novela no está hecha, esto tiene que quedar claro, para buscar dinero fácil.
Como ya verán, está escrita desde la visión del personaje principal, es decir en primera persona, para que no se confundan para que no caigan en engaños. Los diálogos se apoderarán indiscriminadamente de las páginas para dejar a todo el mundo contento, para que nadie se esfuerce.
Les advierto, eso sí, que la trama no es nada de mala, la trama los hará volar. Y aquí no va la primera contradicción, bien se sabe que un buen argumento no es necesariamente garantía de calidad, es una buena idea y nada más, quien no tiene una buena idea? Hasta el gato tiene una buena idea, hablo de mi gato, que lo conozco. Y para no caer en enredos, aclaro, olvídense de lo del gato, piensen en un chico que regresa de la escuela y le sale a su madre con una mentirilla porque se ha retrasado un poco y le cuenta que un tigre se escapó de su jaula y agarró al José su amigo inseparable, y que no pudo dejarlo a su suerte que tuvo que lanzarse con todo sobre el tigre y abrirle el hocico y sacar al José, al que agarró por un píe justo antes que se lo engulleran. Y el tigre huyó tosiendo como loco en busca de agua. Por eso se demoró porque el José apenas podía caminar del susto y en gratitud, mira mamá, me regaló estas revistas de monos. El niño se sienta a la mesa y su madre le sirve la sopa y piensa, este niño es un libro abierto y agradece porque tendrá algo simpático que contar al esposo.
De eso trata la mala literatura, está escrita para ser contada y con suerte recontada por alguien con algo de talento que le subirá impúdicamente los puntos al autor de la novela.
Ustedes, les aseguro, contarán con una buena trama que los hará creer que están leyendo una buena novela. La que luego la comentarán a sus amigos, no creo que lo hagan mejor que yo, pero eso a mi no me importa, se la contarán a desconocidos en los bares y alguien tarde o temprano me llegará con el cuento. Quizá vaya a ser usted, usted quien sea, y sabrá en ese preciso instante que yo la he escrito. Yo le confesaré mi nombre, mi verdadero nombre, el que me dieron mis padres. Porque mi nombre es un secreto. Yo sufro de vergüenza. Yo no tengo agallas para pasar un papelón, yo no estoy dispuesto a pasar un papelón. Los pseudónimos se crearon para eso, para protegernos del ridículo. Una mujer que dice que me ama, sabe de mi secreto, sabe de mi acto vil de mi novela de mierda que he hecho para ustedes y jura que jamás confesará mi nombre. Sólo ella lo sabe, sólo ella y usted. Usted, el día que me llegará con el cuento sabrá mi nombre y mi nombre se llevará a la tumba.